Desinformación y noticias falsas en la pandemia ¿Cómo lidiar con ellas?


Cuando se promueve la desinformación desde los más altos niveles, se agravan las situaciones y en tiempos de pandemia es importante aprender a lidiar con las noticias falsas.

Sin duda que el miedo y la incertidumbre son terrenos fértiles para la desinformación e informaciones falsas, eso no es nuevo. Desde que se comenzó a generar opinión en cuanto al Covid-19 se detectaron en principio por lo menos seis oleadas de desinformación y noticias falsas y la primera de ellas tuvo que ver con el origen del virus, por ejemplo, murciélagos, Bill Gates, algún laboratorio en China… todo resultó ser falso.

La segunda ola está en vídeos editados que muestran a la gente en Venezuela y en otras naciones desmayándose en avenidas, calles, lugares públicos y la realidad es que la gente estaba padeciendo de infartos o desmayos por otras causas.

La tercera ola, tal vez la de mayor difusión, tiene que ver sobre curas falsas y medidas preventivas erradas. En este caso el riesgo es muy alto ya que al aplicar alguno de estos tratamientos sobre posibles curas a lo mejor no causaran muertes pero tampoco ayudaran a mitigar el virus. Pero si habrá casos en que otros si pueden causar fallecimientos.

En la cuarta ola el Coronavirus se convierte en algo que algunas personas aprovechan para publicar ideas o criterios alejados de la realidad y como ejemplo de esto puedo mencionar como algunos personeros políticos y gubernamentales promueven pensamientos anti chinos.

La quinta ola presenta ideas supremacistas, por ejemplo como los musulmanes están mejor preparados para enfrentar la pandemia o cómo los afroamericanos o la “sangre negra” es más potente contra el virus.

La sexta ola trata de bloqueos, desinformación y politización alrededor de la enfermedad y que algunos utilizan para sacar provecho político en diversos países. Ha causado gran impacto en varias naciones el hecho de tener líderes políticos o jefes de gobierno lidiando con desinformación.

En el caso de los Estados Unidos, su presidente sugiriendo que la gente consuma desinfectantes y en el caso de Brasil con un mandatario que no cree que haya un virus sino una “gripecita”, también en Ecuador con un gobierno que oculta las altas cifras de fallecimientos, y otras naciones que limitan la información y que al igual que las anteriores son de una tendencia abierta hacia el capitalismo. Sin duda el problema se hace más relevante cuando se promueve la desinformación desde los más altos niveles.

Cómo deben Lidiar los comunicadores sociales con la desinformación y las noticias falsas

Para comenzar a lidiar con la desinformación y las noticias falsas es necesario que todo aquel periodista o articulista esté claro con el hecho de que las cifras de contagios, de pruebas realizadas, de personas recuperadas, de fallecidos, etcétera están cambiando constantemente y que deben colocar en forma muy destacada, bien sea en mayúscula, en negrillas o subrayada la fecha y la hora de publicación de sus escritos y asegurarse de que su contenido ya no sea obsoleto.

Dejar en línea algo obsoleto presenta un riesgo porque de seguro alguien lo encontrará y lo creerá en el momento sino ve la marca en el tiempo.

En segunda instancia hay que asegurarse de tener un titular que diga “Hasta hoy” o “No es definitivo” o “Con seguridad”. Todas las estadísticas oficiales sobre el Covid-19 se hacen en base a datos en movimiento, bases de datos que tienen cuando menos cuatro meses de antigüedad. Debemos ser extremadamente cuidadosos, porque lo que decimos sobre los datos que se extraen de dicha base han variado ya en horas, días o semanas.

Una tercera cosa en la que debemos ser bien responsables: cuando se quiera decir que una información es incorrecta o falsa o una foto ha sido manipulada o un video adulterado, esto no debe ser reutilizado. No se debe usar una foto para decir que algo está mal, describe la foto y no la vuelvas a usar porque entonces le estás dando oxígeno a esa misma imagen o video.

Si se recibe una imagen, hacer una búsqueda inversa para ver si esta información ya ha circulado antes en otro contexto y no ser presa de estas personas o grupos que buscan desinformar.

Esto se aplica mucho en redes sociales y con más frecuencia en twitter, retuitear algo falso, algo que está mal y no se ha verificado no se debe hacer en ningún caso.

En cuarto término es importante señalar que como profesionales de la información hay que ser muy cautos y prudentes. Cuando manejemos información sospechosa (desinformación o noticias falsas) debemos preguntarnos: ¿Cuál es la fuente de este contenido?  ¿Quién lo dice? ¿Lo dice un médico? ¿Lo dice un dirigente político, un economista o un actor? Y si lo dice un médico ¿Cuál es su especialidad? ¿Realizó un estudio? ¿Dónde lo publicó? ¿Fue revisado científicamente?

Hay que estar en alerta máxima, y no exagero al decir esto, porque la información falsa está en cualquier lugar. Hay que verificar y esto es una permanente enseñanza y un principio inquebrantable del periodismo, ir a la fuente original y verificar si es real o no. Si se tiene una mínima capacidad de investigación un buen comunicador puede navegar en este medio de información falsa.

Nos encontramos en una circunstancia y en un momento histórico en dónde no podemos opinar cualquier cosa en un tema tan delicado y sensible como el del Covid-19, es momento para detenernos más en los procesos estructurales que están dando cuenta de los efectos de la enfermedad, más que en las personalizaciones y el enfocarnos en eventos individuales, en controversias dramatizadas, donde lo que queremos es dar una noticia escandalosa, en lugar de pensar cuales son las dimensiones más estructurales de una pandemia mundial que tiene en jaque a todo el planeta.

Seguiremos opinando sobre este tema, porque su solución no se encuentra a la vuelta de la esquina, pasarán meses y años y continuaremos hablando del Covid-19.

Por Guillermo Alberto Castro / Ciudad BQTO


27 junio, 2020




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